martes, 4 de junio de 2013

La autoestima, depende básicamente de varios factores, uno es la personalidad que se moldea  a partir de como el niño percibe su entorno y responde a él;  aquí la genética juega un papel fundamental, pero el entorno potencializa o disipa esta tendencia genética.
 El otro factor es la relación que se construye con los seres que rodean al niño, desde el mismo minuto en que se  inicia la vida.  El otro factor es lo que cree el niño de sí mismo.
Nuestros dos progenitores aportan mediante sus cromosomas la información genética que será la hoja de ruta por medio de la cual se formara nuestro cuerpo y todos los procesos biológicos acompañantes. Esta carga biológica no es independiente del entorno donde se desarrollara, el medio juega  otro papel relevante en la formación de ese ser humano, así desde el embarazo ese ser comienza a desarrollarse en un ambiente propicio para su existencia  o en un ambiente adverso.
 Entonces nace este ser humano que llega a un entorno amable con él, con padres dispuestos a protegerlo y a formar vínculos fuertes,  el bebe comienza a percibir gracias a su  instinto que está seguro, que está  protegido y así puede potencializar su desarrollo,  crece sintiéndose seguro y valorado y para cuando llega a la adolescencia es un individuo que puede enfrentar las dificultades e incertidumbres de esta etapa con las mejores herramientas.  Si tiene la fortuna de contar con un ambiente sano de: amor, aprecio, soporte y comunicación podrá desarrollar mecanismos adaptativos óptimos y construir una imagen de sí mismo derivada del aprecio y de sus capacidades, para este ser humano el amor propio será natural.
Pero digamos que en el camino, desde los 3 años este ser solo escucha de su entorno, advertencias, para luego a los 7 años recibir castigos y reproches que en la adolescencia se convierten en peleas, este ser humano comienza la vida en un entorno hostil donde la interpretación que él hace de la realidad es que no es seguro vivir y el dolor y la angustia se potencializan, este niño no tiene como sentirse seguro y acaba por interpretar que el motivo para este entorno es el rechazo que  él genera, porque él no es merecedor de mas.
Los seres humanos que se desarrollan en  condiciones adversas, son 75% más propensos a desarrollar trastornos emocionales como los trastornos alimenticios o depresión severa. Un ser humano que inicia su vida sintiéndose inadecuado y subvalorado no puede construir una estima propia eficaz, por cuanto su primer referente estará cargado de crítica y desprecio. Si el niño solo escucha frustración, angustia y reprimendas de sus padres o lo único certero para él es la exigencia desmedida, entonces nunca podrá sentirse adecuado y crecerá con esa sensación de inadecuación profunda,  en la adolescencia los cambios que sufrirá a nivel biológico exacerbados por las hormonas y la incertidumbre emocional actuaran como un potencializador de una estima baja y una auto imagen distorsionada y lesionada.

Los seres humanos necesitamos sentirnos seguros, aceptados, amados, apreciados y protegidos, solo en esas condiciones podemos florecer. Es por esto que los padres y los vínculos cercanos que son significativos deben basarse en el aprecio, en la aceptación, en el apoyo, en la tolerancia y la comprensión, antes de criticar a un ser humano es importante analizar si esa crítica no es más destructiva que sana, a veces es mejor callar lo que no nos gusta y exaltar las virtudes que si nos gustan.




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